SÁBADO DE INVIERNO, CAFÉ EN LA CAMA… Y POST
Hoy va a hacer un día primaveral, de esos que hacen brotar los rosales. La brotada de mi Cica. También de esos que te hacen agarrar un catarro de órdago (tenemos que hacer ESE CURSO DE MUS). Mi cica (Cycas revoluta) invernando en la piscina.
Aquí tenéis, foto a foto, la brotada de mi Cica desde que era un fuste prácticamente muerto, hasta que ya me dio sombra a las pocas semanas, hasta hoy. Pero os prometí la historia de la especie Cycas revoluta, o más bien del género Cycas, o más bien de la familia Cycadáceas.
Todo empezó hace 300 milloncejos de años, cuando se empezaron a extinguir lo helechos arborescentes, que se han transformado en nuestro carbón y petróleo a lo largo de este corto espacio de tiempo (¿qué son 300 millones… de años?). Se extinguieron como tantas cosas en la vida, por su excesivo éxito. La brotada de la Cica
Había tantos bosques que subió mucho el oxígeno en la tierra y ¡qué asco! ahí no había quién viviera. Hacían falta tubos de escape o… una extinción masiva. Y ahí llegaron las oportunistas plantas con semillas, que entraron de puntillas de la mano de las Coníferas y su buque insignia Gingko biloba y… ¡¡¡DE LAS CYCADÁCEAS, CON NUESTRA CICA!!!!! Como comprenderías, no había geranios, ni palmeras, ni árboles como los conocemos, NI DINOSAURIOS AÚN, aunque presintieron a las cicas y aparecieron pronto (los primeros) para devorar sus brotes, que les encantaban. Por cierto, esos brotes son muy tóxicos para nosotros y nuestros animales. Del fuste de las cicas se extrae el sago o sagú, que hace un pan muy rico que se come en muchos sitios, pero ha sido declarado por los listillos de siempre, como cancerígeno. Si quieres ver las mejores cicas, ve al hotel Alfonso XIII de Sevilla. Yo, en Madrid, tengo mi cica en el exterior sol-sombra de primavera a otoño. Después, en invierno, al interior fresco y luminoso. Aunque siempre termino así: ¡la quiero más!…
La brotada de mi Cica