Todos los octubres, desde hace muchos, me digo lo mismo: qué valiosas son estas últimas cosechas del año. Octubre es otoño en el jardín y unas pocas peras, bastante hartas de pasar fríos nocturnos; higos, a caballo entre la falta de maduración por falta de sol y el comienzo de la pudrición por no haber sido recogidos antes, ya que se conservan muy mal; granadas, un poco duras y resecas, que sólo sirven para zumo, pasadas por el exprimelimones… y membrillos, maravillosos membrillos, sacados de un cuadro de Antonio López, madurados con los últimos soles, de verdad, del año.